Tuesday, October 10, 2006

Madeinusa y el cargamontón neoliberal

Nota:

Con el ánimo de iniciar una polémica le proporcioné a Paolo de Lima apuntes sueltos de la nota que va a continuación. Estos apuntes fueron publicados el 3 de octubre en http://zonadenoticias.blogspot.com/. Me siento satisfecho de haberla iniciado. Antes de la publicación de mis comentarios, había unanimidad en el elogio de las excelencias estéticas de Madeinusa sin considerar sus implicancias éticas y políticas. Así, abrí un nuevo espacio de reflexión en el que, sin reconocer créditos, se parafrasearon mis ideas con otras jergas especializadas y eufemismos periodísticos. Varios bloggers criticaron mis puntos de vista con acritud, prolongándose el cargamontón al que me había referido en la nota.

De otra parte, aunque no lo tenía planeado por mis múltiples responsabilidades paternas y ocupacionales, me he visto en la necesidad de abrir mi propio blog por varias razones difíciles de explicar. Sin embargo, voy a glosar una de ellas. Por mi deformación profesional, soy profesor al fin y al cabo, me siento en la obligación de utilizar mi blog para educar a, si es que me lo permiten, varios artistas, intelectuales, críticos y bloggers. Me parece increíble que muchos de ellos todavía no sepan diferenciar representación de autorepresentación cultural, social y política y todos los problemas que implican. Estos son temas importantísimos que a veces se convierten en lugares comunes en los estudios literarios, culturales y de las ciencias sociales actuales. Esta va a ser la primera entrega de varias que voy a colgar en mi blog para aclarar estos temas tratando de encontrar tiempo al tiempo.

Juan Zevallos-Aguilar

Vi Madeiunsa (2006) dirigida por Claudia Llosa recién el 30 de septiembre, acompañado por una crítica literaria y antropóloga cultural peruanas, en la Cineteca Nacional de México que se encuentra en el barrio Coyoacán de la ciudad de México. Menciono a ambas colegas porque he elaborado e incluido algunos de sus comentarios sobre la película en esta nota. También debo decir que cumplí un deseo postergado. Intenté ver la película en el Festival de Cine Latinoamericano que organiza el Centro Cultural de la Universidad Católica en mi paso por Lima, en agosto de este año. Amigos y conocidos me la recomendaron, pero la taquilla ya estaba agotada. A diferencia de la asistencia multitudinaria que están teniendo las salas que proyectan Madeiunsa en Lima, según la prensa limeña, el público en la Cineteca mexicana no llegaba a las 40 personas. Asimismo, cuando terminó la película, había un silencio incómodo. El público asistente, en su mayoría mexicano, dejó el espacio sin aplaudir y comentar Madeinusa como suele ocurrir cuando le gusta una película que es latinoamericana. Más bien algunos asistentes intentaron emitir tímidos silbidos. Frente a la confusión y condena implícita del público mexicano educado por un nacionalismo indigenista, confieso que me dio tristeza ser peruano. Como consuelo, pensaba dentro de mí, que la identidad peruana de la película era imperceptible puesto que aparecieron en la pantalla una larga lista de organismos españoles que la financiaron.

Reconozco que Madeinusa me provocó sentimientos encontrados. Por un lado, hay que reconocer que artísticamente se sostiene. Hasta diría que es un gran logro cinematográfico de una joven directora en su opera prima. En pocas palabras, en Madeinusa se narra una historia de manera fluida y la actuación es estupenda. En especial, el personaje Madeinusa es formidable. La actriz sabe cantar en quechua, se viste y se mueve como una jovencita rural. La construcción del microcosmos cerrado es verosímil en el sentido que hay una correspondencia entre actores, medio ambiente y tiempo histórico que se podría llamar “mundo andino”. Del mismo modo, es una versión bien hecha de los viejos tópicos del mundo al revés, mitos griegos y el tiempo suspendido en el ritual. De otra parte, la fotografía, la iluminación, la escenografía, uso de planos y enfoques son de primera calidad. En este sentido, es una película que significa un avance en la historia del cine peruano. En la mayor parte de las películas peruanas no se sabe narrar, son notorios los problemas técnicos y se cuentan historias inverosímiles. En cuanto a la producción hubo un gran acierto en la selección de los actores, Madeinusa y Chale son dos personajes de antología que son actuados por Magali Solier y Liliana Chong respectivamente, dos actrices peruanas dignas representantes de la belleza de la mayoría de sus connacionales. Así Madeiunsa contrasta con gran parte del cine y televisión peruanos donde no interesaba la coherencia entre actores y personajes. Recuérdese la serie basada en la novela Matalaché de Enrique López Albujar que se pasó por televisión. Aunque estaba bien contada tenía un punto débil, imposible de aceptar para los estándares actuales de la industria cinematográfica y televisiva mundial. Al actor, que era el protagonista de la historia, le rizaban el pelo y le pintaban el rostro para que pareciera un negro esclavo. Este hecho generó críticas que preguntaban por qué el director y los productores no escogieron un buen actor negro o por lo menos mulato entre los muchos que existen en el Perú. Asimismo, se señaló el racismo enquistado en las institución televisiva peruana en esta ocasión. Nada pasó, la productora continuó con la grabación de la serie, que tuvo éxito de audiencia.

Los elogios que ha recibido Madeiunsa, incluso el mío, resaltan sus logros artísticos. Pero, una crítica contemporánea definitivamente no debe solo ponderar la calidad de una obra artística quedándose en el mero análisis y comentario de sus virtudes estéticas. Además separar lo estético de lo ético es histórica y políticamente irresponsable. Y si una obra destaca por su excelencia artística hay que tener doble cuidado y no obviar el análisis de su propuesta política, en especial, si hace peligrar la vida de grupos humanos. El caso de la cineasta alemana Leni Riefenstahl (1902-2003) es un caso clarísimo para entender estos asuntos. Ella puso su talento, en películas como El triunfo de la voluntad (1934), al servicio de la propaganda nazi que manipuló a los ciudadanos alemanes. Con esta y otras películas, mensajes de radio y mítines se creó el mito de la superioridad aria que les hacía sentirse mejor a cualquier otro ser humano. Así apoyaron o se integraron a la máquina de matar minorías (comunistas, inválidos, homosexuales, gitanos, judíos, locos y socialistas) en la que se convirtieron los nazis. Otro caso equivalente, aunque diametralmente opuesto en cuanto a tiendas políticas, fue el del gran cineasta ruso Sergei Eisenstein y su apoyo al estalinismo.

De otra parte, el crítico debe dar un paso más para explicar por qué el arte adopta determinadas formas. En este sentido, el arte es entendido como un síntoma de algo más que el crítico debe averiguar y aclarar. Slavoj Zizek, entre muchos, ha remarcado esta línea de análisis. Desde esta perspectiva, voy a comentar algunos detalles ubicándolos en el contexto cultural, histórico, político y social peruanos que me han causado, por otro lado, malestar.

La historia de Madeinusa trata de una familia integrada por el padre, don Cayo, que vive con su hija mayor Madeiunsa y la menor Chale. Frente al abandono de la madre que se fue a Lima, Madeinusa, configurada como una niña de 14 años, ha asumido las responsabilidades de ama de casa. Mientras Madeinusa recuerda a su madre con cariño y quiere reencontrarse con ella, Chale la odia. Esta familia vive en la promiscuidad. Padre e hijas duermen en la misma cama y el padre intenta desvirgar a su hija. Madeinusa negocia con su padre. Le dice que no puede acceder a sus deseos porque pueden despertar a la hermana y le promete que va a entregarse durante el “tiempo santo”, es decir el tiempo en el que está muerto Jesucristo durante la semana Santa. Según Madeiunsa, como Jesucristo está muerto en ese lapso no puede existir pecado. Al día siguiente de la negociación llega al pueblo por casualidad Salvador, un joven ingeniero geólogo limeño que no puede continuar su viaje a la mina porque la carretera de acceso está bloqueada por un huayco. Los extraños no son bienvenidos en el pueblo. Un grupo de hombres lo atrapa y lo lleva a la casa del alcalde, don Cayo, padre de Madeinusa. Don Cayo de mala gana lo hospeda en su casa, pero lo encierra en un granero. Apenas lo ve, Madeiunsa siente fascinación por Salvador. En la noche, mientras se celebra la fiesta Salvador la desvirga, y Madeiunsa que se considera su mujer le pide que se la lleve a Lima. Salvador no quiere asumir esta responsabilidad en un principio, pero luego de que es testigo del incesto de Madeinusa con su padre cambia de parecer y le dice que se vayan al amanecer del día siguiente. La fuga se facilita porque el pueblo entero está dormido luego de haber celebrado una orgía y borrachera descomunal. En medio de la fuga Madeinusa retorna al pueblo. Encuentra a su padre borracho y lo envenena. Como Madeinusa tarda en volver, Salvador va en su búsqueda. Entra a la casa y se da cuenta que ha ocurrido el crimen. En ese momento Chela se despierta y se entera de lo ocurrido y a voz en cuello acusa a Salvador de asesino. Madeinusa hace coro con su hermana y acusa de asesino a Salvador. Luego toca las puertas de los vecinos y promueve su linchamiento. La película termina cuando Madeinusa se va de pasajera hacia Lima en el mismo camión que trajo a Salvador a Manayaycuna.

La verosimilitud de Madeinusa juega con elementos de un imaginario urbano que ha construido un “mundo andino”. Es decir, los rasgos fenotípicos de los actores, el paisaje, el acento del español, el atraso del pueblo y el uso de un dialecto del quechua recrean un mundo andino que coincide con la imagen que tienen los peruanos urbanos. Esta es una de las razones por la que ha tenido el apoyo unánime de la crítica y del público cinéfilo en Lima. A pesar de que hay detalles, insignificantes diría yo, en romper el pacto realista, se impone finalmente el realismo. Entre estos detalles, por un lado, al pueblo se le da el nombre ficticio de Manayaycuna, se borra la presencia de agentes del Estado, con la excepción del alcalde del pueblo, don Cayo, y de la iglesia católica. Por otro lado, a Manayaycuna se le caracteriza como un pueblo xenófobo que no da la bienvenida a extraños. Este espacio xenófobo es roto por Salvador, el ingeniero geólogo limeño. Me fijo en estos detalles porque aun en la fiesta religiosa sincrética andina del pueblo más pequeño, la creación del mundo al revés atrae a mucha gente que quiere divertirse gratis por la generosidad de la comunidad. Así se tiene la presencia de los hijos pródigos, de las autoridades civiles, policías, maestros locales y de pueblos vecinos, soldados, turistas, antropólogos y reporteros que causan más de un problema a los dueños de las fiestas. Estas celebraciones son dirigidas por miembros de la iglesia católica, que si bien se hacen de la vista gorda sobre muchas cosas que ocurren, controlan el evento religioso y social como varios estudiosos lo han señalado. Recuérde por ejemplo a Mijail Bajtin, quien al reflexionar sobre el carnaval y el mundo al revés en otro contexto, hacía notar que a pesar de que puedan tener un carácter liberador para los subalternos, son eventos temporales que cuentan con la autorización y permiso de los grupos de poder. Además, la decisión de escoger el nombre Madeinusa como muestra de despiste o ignorancia no es del todo creíble. El pueblo más pequeño tiene sus emigrantes en el extranjero que remiten remesas y objetos materiales desde los Estados Unidos y de Europa. Estos envíos han cambiado tanto al ámbito rural que, junto a las demandas del turismo, han originado campesinos bilingües en quechua e inglés. En pocas palabras, es difícil encontrar un mundo autárquico y autosuficiente en los Andes en el presente. Por eso mismo, conviene recordar que la representación mimética no es el propósito de la cinta, aunque las mediaciones posteriores que derivan en una concepción negativa de ese específico pueblo imaginario sí puedan estar basadas en los límites de la conciencia urbana costeña hacia la complejidad del mundo andino entre ciertos sectores de la intelectualidad y la clase media.

En cualquier obra de arte actúa un inconsciente político que a veces escapa de su pleno entendimiento entre sus propios productores apuntaba Fredric Jameson. El inconsciente político de Madeinusa propone la modernización neoliberal del Perú con un guiño feminista que se reconoce a primera vista. En la producción del filme se utiliza la vieja dicotomía de provincia atrasada que no se encuentra con la ciudad adelantada en los diversos planos de la existencia humana. Los dos espacios se conectan cuando un agente de la ciudad llega al pueblo y genera una dinámica de cambio. En este esquema se inscribe Madeiunsa. La protagonista logra su liberación de un orden patriarcal provinciano e incestuoso con la emigración a Lima. Este orden patriarcal tiene como cimientos al machismo y una religión católica popular. Sin embargo, este guiño adolece de irresponsabilidad política e insensibilidad social. Es irresponsable e insensible en cuanto refuerza y perpetúa la concepción sobre el mundo andino que precisamente justificó el genocidio indígena que tuvo lugar durante la guerra interna entre 1980 y 1995 en el Perú. En esta guerra sucia, tanto Sendero Luminoso como las fuerzas represivas del Estado peruano, que contaban con el apoyo y auspicio de la iglesia católica conservadora e iglesias protestantes, llevaron a cabo el genocidio indígena porque “los indios” eran concebidos como atrasados, bárbaros, ignorantes y salvajes. Por no querer modernizarse, en las líneas comunista o neoliberal, fueron torturados y ejecutados. Derrotada la propuesta senderista, Madeinusa pareciera una manifestación explícita de cierto proyecto neoliberal peruano que insiste en demandar el costo social de desaparecer a las culturas indígenas para lograr finalmente la ansiada modernización capitalista. Mientras Madeinusa promueve indirectamente la victoria del neoliberalismo en el Perú, los ashaninkas, aymaras y quechuas, que fueron las primeras víctimas del genocidio, se han revitalizado en la última década con la creación o consolidación de sus propias organizaciones que cuentan con el apoyo de instituciones internacionales. Hay que añadir que estas etnias se han constituido en una de las pocas fuerzas organizadas que se oponen al vendaval neoliberal.

Definitivamente estamos en un periodo de postguerra. Una actitud sensata debería de promover la reconciliación de las partes en conflicto, la reflexión sobre los errores que cometieron y la reparación a las víctimas de la guerra interna. Lamentablemente, otro es el modo de actuar de los grupos de poder que se sienten los triunfadores de la guerra. En este contexto de postguerra, la propuesta estética y política de Madeinusa se inscribe en una campaña de propaganda del neoliberalismo que otra vez se ha expandido en los Andes. Las tierras andinas han adquirido valor económico porque satisfacen el hambre de metales preciosos del mercado internacional. Es decir, el inconsciente político de Madeinusa estaría, en el plano artístico, insinuando el aniquilamiento simbólico de una incómoda población para las corporaciones en nombre de las reivindicaciones de las mujeres rurales. Me explico: el linchamiento del ingeniero geólogo limeño Salvador no quedará impune. Existen muchos antecedentes históricos para indicar que la ley del Estado peruano va a llegar a Manayaycuna y puede actuar de varias maneras. En el peor de los casos las fuerzas represivas del Estado tienen la perfecta excusa para cometer atropellos. Como los Manayaycuninos son unos salvajes, se justificará su masacre. En el mejor de los casos, como el crimen ha sido llevado por la colectividad todo el mundo va preso. Para litigar, los pueblerinos van a tener que rematar terrenos de su propiedad para pagar su defensa. Pero, en cualquier caso pierden sus tierras. En suma, la liberación del orden patriarcal de Madeinusa ha significado la destrucción de todo un pueblo. Además no es mera coincidencia que la película se haya filmado en Canrey Chico, localidad del Departamento de Ancash. En otras localidades de este departamento, la población resiste y lucha contra las corporaciones extranjeras que están explotando minas auríferas. Su rechazo a las corporaciones tiene sentido. Las comunidades sacan poco provecho de la explotación minera de sus tierras comunales. Al corto plazo aumentan el costo de vida, la prostitución, la contaminación y la delincuencia, y se incrementa la pobreza. Cuando la corporación se retira los problemas se agudizan y dejan un lugar devastado por la catástrofe ecológica.

El movimiento feminista va por su quinta ola. En la última se puede encontrar varias corrientes. En este sentido el guiño feminista de Madeinusa se puede identificar como neoliberal porque coincide con el inconsciente político del neoliberalismo. La película propone la salvación inescrupulosa e individualista de una joven mujer. Para el personaje Madeinusa todo vale. Para dejar el injusto espacio patriarcal mata a su padre, no paga el crimen que ha cometido sino que azuza el asesinato colectivo del foráneo que es injustamente acusado de su crimen. Finalmente, no emprende el viaje a Lima con su hermana Chale. La deja en Manayaycuna. De esta forma, la hermana menor de Madeinusa se queda en el pueblo para acatar y sufrir el orden patriarcal. El asesinato del padre no es la solución para cambiar un orden mucho mayor que seguirá persistiendo. Por último, el guiño feminista es convencional en el sentido de que Madeinusa repite roles tradicionales de la mujer. Es una joven de 14 años que fascinada por el foráneo blanco, le ofrece su virginidad para que se la lleve del pueblo y tenga una nueva vida. Asimismo, en el final semiabierto de la película caben las posibilidades de que Madeinusa haya sido fecundada y cuando nazca el bastardo se proletaricen o prostituyan en Lima. Es decir, el filme remarca el deseo de maternidad de la mujer y repite las trayectorias vitales de miles de mujeres rurales cuyos cuerpos son usados por ellas y por otros para buscar el ascenso social mediante la inmigración a Lima u otras formas de movilidad social. Por estas razones, tampoco es una propuesta feminista radical que proponga la solidaridad de género, la alianza intercultural, interracial, intersexual e interclasista. Más aún, está teñida de prejuicios sobre la mujer rural de parte de una mujer urbana que directa en indirectamente están anclados en el racismo peruano.

El feminismo neoliberal de Madeinusa cobraría mayor legitimidad y coherencia si emprendiera la autorreflexión, autocrítica, autoironía y no transfiriera preocupaciones e intereses propios a otro grupo cultural, económico y social. En la película, los cuerpos, sociedad y espacios andinos se utilizan como recipientes vacíos para hacer experimentos artísticos y llenarlos de agendas personales. Este modo de actuar resulta muy problemático en una época en la que se está impulsando la autorrepresentación de los subalternos en el Perú y el mundo entero. Por ese motivo, se le puede denominar un “actuar pituco”. No porque la/el artista sea blanca/o como los defensores de la propuesta de Claudia Llosa remarcan. Es pituco porque prolonga una actitud prepotente y abusiva que sigue una larga trayectoria de representaciones hechizas en las cuales se demoniza o degrada a lo andino. Es necesario aclarar que para mí, al pituco no le caracteriza el color de la piel sino su comportamiento depredador con los demás que se justifica con el darwinismo social. ¿Son todos los pitucos blancos y limeños? La respuesta es un no rotundo. Tampoco quiero preservar a la cultura rural andina como un lugar utópico, un locus amenus, y negar la existencia de un orden patriarcal donde ocurre incesto y se hace trabajar a la mujer desde niña. Lo que me preocupa, en un lenguaje simple, es que en Madeiunsa se ve la paja en ojo ajeno y no la viga en el ojo propio. Además, si se trata de criticar el trabajo rural infantil no se ha pensado que los niños campesinos lo hacen por necesidad. Su trabajo es una estrategia de sobrevivencia que busca superar el hambre y la pobreza familiar. De otra parte, la propuesta de Madeiunsa va contra la corriente de otras películas que abordan como temas: las familias disfuncionales, la pobreza juvenil y la violencia sexual de manera más matizada. Ya existen modelos cinematográficos como Amores perros, Y tu mamá también y otras películas donde se abordan estos temas en varios espacios económicos y sociales de un país en la misma cinta. Pero si se insiste en la creación de un microcosmos, este podría haber sido ubicado en La Molina cambiándole de nombre; El Molino, tal vez. Hay varias razones para ello. Claudia Llosa y su equipo saben bien que muchos barrios acomodados de La Molina se han convertido en universos cerrados, a la manera de castillos feudales, por el ilegal cierre de calles con cercos de acero y la construcción de una puerta principal vigilada de entrada y salida para protegerse de los extraños. En estos mundos, literalmente cerrados, los vecinos se han protegido de los demás, pero no de ellos mismos. En ellos, el neoliberalismo también ha provocado una descomposición del tejido social. La familia y la vida barrial han cambiado para peor. Al igual que en los suburbios norteamericanos, el incesto y la pedofilia son rampantes, el asesinato se hace más común y las borracheras colectivas, consumo de drogas y orgías de púberes, jóvenes y adultos son frecuentes en fiestas donde también hay momentos en los que el mundo se invierte, el tiempo y el control social se suspenden. Además, a pesar de que en varios barrios de este distrito limeño viven los individuos más modernizados, neoliberalmente hablando, el orden patriarcal está más sólido que nunca y es legitimado por la iglesia católica conservadora. De hecho, debe de haber más de una mujer adolescente molinera que quiere romper el orden patriarcal que la atrapa y desee abandonarlo. Y, sin embargo, tampoco se puede caracterizar a toda una clase social por lo que ocurre en determinados focos urbanos.

El éxito que ha tenido Madeinusa en el circuito internacional, manifestado en la obtención de 16 premios y la propuesta al Oscar para el concurso de la mejor película extranjera en el 2007 es entendible. El filme satisface el gusto de los jurados extranjeros por lo exótico y extraño. La película, otra vez, les proporciona su “otro” para reafirmar sus convicciones culturales y políticas. Pero es preocupante la acogida que ha tenido la película por críticos cinematográficos y cinéfilos en Lima y en el pueblo de Canrey Chico, donde se filmó. Esta acogida, parecida a un consenso, podría explicarse por la existencia de una mentalidad postcolonial en sectores sociales medios y campesinos, pero merece emprender otra línea de análisis.

Pareciera que un sentido común neoliberal se ha impuesto en las mentes de la mayoría de los pobladores urbanos y rurales por la intimidación derechista massmediática en el Perú. Por ser común no se le problematiza. Al contrario, se le acepta y acata. Ahí radica el gran peligro. Solo se necesita dar un pequeño paso para terminar en el fascismo. En otras palabras y a trazos gruesos, hay que recordar que el fascismo es un tipo de capitalismo y que se impone en una sociedad haciendo uso de una propaganda sofisticada cuando la democracia representativa deja de ser útil para los grupos de poder. Así se crea un enemigo artificial interno que amenaza los intereses de la nación y hay que eliminarlo. Pero para no pecar de alarmista, todavía queda por hacer un estudio serio de la recepción de la película para ver si el sentido común del que estoy hablando es compartido por la mayoría de los peruanos. ¿Quiénes realmente la vieron? Lima tiene 8 millones de habitantes, la película ha sido vista hasta la fecha por 30,000 personas. De la misma manera, habría que averiguar qué es lo que ven los pobladores de Canrey Chico en ella. Las crónicas periodísticas cuentan que su estreno se convirtió en una gran celebración y la directora ha sido declarada hija predilecta del pueblo ¿La situación de estos pobladores andinos está tan mal que festejan una película que los denigra? ¿La entienden como un reconocimiento o integración, aunque anómalos, de parte de la élite urbana?

Un gran mérito de Madeinusa junto con otras opiniones emitidas en el periodismo es que nos permite, como decía Fredric Jameson, hacer un mapa cognitivo del imaginario de las actuales élites peruanas y confrontarlo con otras visiones sobre el Perú, cosa que viene ocurriendo con mucha frecuencia. Presenciamos un cargamontón neoliberal que ha provocado muchas polémicas. La controversia sobre Madeinusa sigue al debate que surgió sobre las diferentes lecturas del cuento “Paco Yunque” de César Vallejo. A manera de recuento, el debate se originó luego de la publicación del artículo “La maldición de Paco Yunque” de Fernando Berckemeyer en el diario El Comercio (5 de septiembre del 2006). En este artículo se proponía “Contrariamente a lo que tendemos a creer, es posible violar los derechos de los grandes. Es posible atropellarlos. Y es posible que, en caso de conflicto entre los chiquitos y los grandes, los chiquitos sean los malos”. Luego a “Paco Yunque” se le achacaba de haber formado una visión polarizada de la sociedad en los sectores pobres y medios peruanos. Esta visión en la que los ricos eran malos y los pobres buenos, por definición, había contribuido al retiro de la empresa minera canadiense que operaba en Yanacocha, yacimiento minero ubicado en el departamento de Cajamarca. El comentarista se lamentaba de la salida de la empresa minera que creaba, según él, trabajo y bienestar para el Perú. Asimismo recomendaba que se erradique del currículo de educación primaria y secundaria del sistema público a “Paco Yunque” e historias parecidas puesto que la mentalidad que desarrollan va a ahuyentar a las empresas extranjeras interesadas en invertir en nuestro país y anular nuestras perspectivas de modernización neoliberal. Otro debate cercano ocurrió sobre la difusión del perreo a nivel latinoamericano que se ha dado en periódicos limeños. La versión peruana del perreo, baile en el que sin mayores ambages se simula hacer el amor en varias posiciones sexuales, es difundida por grupos musicales peruanos que tienen gran éxito de asistencia en las presentaciones que hacen en ciudades sudamericanas donde los jóvenes de nuestra diáspora lo practican como marca de su identidad cultural y social. El problema para los críticos del perreo es que está dando mala imagen al Perú y se está difundiendo como una peste en los espacios juveniles de los países que hospedan a nuestros compatriotas pobres. Sobre este punto la crítica literaria peruana, que vio conmigo Madeinusa en la Cineteca Nacional de México, comentó luego de la película y de enterarse de la polémica sobre el perreo y las reseñas favorables a la cinta que coinciden en señalar que los méritos de Madeinusa van a tener un efecto multiplicador en la cinematografía nacional: “Si se trata de consolidar una industria cultural peruana prefiero la exportación del perreo a películas como Madeinusa”.

Sé que en el mundo capitalista no hay mala propaganda. Todos estamos inscritos en el mercado. Por eso, soy consciente de que mi reflexión, aunque disidente, ayudará a la difusión y al consumo de Madeinusa. Ójala que la película gané el Oscar al que está concursando. Para Claudia Llosa y su equipo les sería más fácil conseguir financiamiento y apoyo para sus futuros proyectos, como resultado de ganar tan preciado premio. Espero que este dinero sea invertido en filmes que exploren otras dimensiones del Perú y den trabajo a diversos amigos subempleados que dedican su vida al cine. También espero que el indudable talento cinematográfico de Claudia Llosa se plasme en películas en las que arte y ética estén otra vez juntos. Todo puede ocurrir, la juventud de la directora y su equipo está a su favor. Por último, no quiero que Claudia Llosa se convierta en la Leni Riefenstahl peruana del fascismo del siglo XXI que se viene articulando.

Obras mencionadas

Bajtin, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Barcelona: Barral Editores, 1974.

Jameson, Fredric. The Cultural Logic of Late Capitalism. London y New York: Routledge, 1997.

________. The political unconscious. Narrative as a socially symbolic act. Ithaca, N.Y. : Cornell University Press, 1981.

Žižek, Slavoj. The Sublime Object of Ideology. London y New York: Verso, 1989.

2 comments:

Anonymous said...

Esta nota fue publicada en le numero monografico "Imagenes de lo andino" de la revista _Wayra_ 4 (2006), Uppsala, Suecia,

Ulises San Juan said...

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