La revelación de la realidad provinciana en Lima.
La crítica literaria peruana no ha investigado lo suficiente a la denominada generación poética peruana del 70. Aparte de Estos trece (1973) de José Miguel Oviedo, durante mucho tiempo el primer y único libro dedicado a los poetas del 70, y las breves notas biobliográficas que anteceden a los poemas publicados en distintas antologías aparecidas en los últimos años[1], se carecen de estudios particulares sobre Manuel Morales, Enrique Verástegui y Jorge Pimentel, las figuras poéticas más importantes de este momento poético. Del mismo modo no existe un estudio totalizador suficientemente riguroso que lo explique. Pese a estas carencias, en el espacio literario último hay el consenso en considerar que en los años setenta la poesía peruana sufre una serie de cambios o, en términos más relativos, se recuperan constantes que la tradición poética peruana contenía en su cauce. Para Washington Delgado en la obra de César Vallejo, principal soporte de la tradición poética peruana, se encuentran prácticamente todos los elementos que poetas ulteriores desarrollaron en su praxis poética. Desde este punto de vista el coloquialismo, tan característico de la poesía del 70, ya se encuentra en Vallejo.[2] Añadiría yo que la trayectoria vital de César Vallejo también se constituyó en un modelo a seguir para las nuevas generaciones de poetas.
La crítica literaria peruana no ha investigado lo suficiente a la denominada generación poética peruana del 70. Aparte de Estos trece (1973) de José Miguel Oviedo, durante mucho tiempo el primer y único libro dedicado a los poetas del 70, y las breves notas biobliográficas que anteceden a los poemas publicados en distintas antologías aparecidas en los últimos años[1], se carecen de estudios particulares sobre Manuel Morales, Enrique Verástegui y Jorge Pimentel, las figuras poéticas más importantes de este momento poético. Del mismo modo no existe un estudio totalizador suficientemente riguroso que lo explique. Pese a estas carencias, en el espacio literario último hay el consenso en considerar que en los años setenta la poesía peruana sufre una serie de cambios o, en términos más relativos, se recuperan constantes que la tradición poética peruana contenía en su cauce. Para Washington Delgado en la obra de César Vallejo, principal soporte de la tradición poética peruana, se encuentran prácticamente todos los elementos que poetas ulteriores desarrollaron en su praxis poética. Desde este punto de vista el coloquialismo, tan característico de la poesía del 70, ya se encuentra en Vallejo.[2] Añadiría yo que la trayectoria vital de César Vallejo también se constituyó en un modelo a seguir para las nuevas generaciones de poetas.
Sin embargo, a pesar de las negligencias de la crítica literaria, el nombre de Juan Ramírez Ruiz se pronuncia cada vez con mayor admiración en los sectores marginales del underground artístico limeño[3]. Para este sector conformado básicamente por poetas y músicos que frecuentan los bares del cada vez más deteriorado centro de Lima, la figura del autor de la poética de la "poesía integral" es tomada como paradigma. Para ellos también tiene mucho atractivo su trayectoria personal parecida a la de César Vallejo. En ella no se ha hecho concesiones a la institución literaria. Más bien se ha constituido en una conciencia crítica que señaló también las contradicciones y acomodos de excompañeros de ruta. En efecto, luego de renunciar al movimiento Hora Zero en 1973, Ramírez Ruiz hizo circular un manifiesto en 1980 donde denuncia las inconsecuencias del movimiento. Entre otras acusaciones, apuntó la traición a los principios del movimiento de los primeros años de la década del 70.
Salvo escasas incursiones en la esfera pública, la posición bastante crítica de Ramírez Ruiz lo ha llevado a mantener una situación de marginalidad. Sin embargo, sus planteamientos respecto a la praxis poética ahora más que nunca cobran particular vigencia para los nuevos poetas. La experiencia urbana que experimentó Ramírez Ruiz compete a muchos más seres humanos en el presente. La población de Lima se ha multiplicado debido a las migraciones del campo a la ciudad. Los valores del individualismo, el sálvese quien pueda, el todo vale han sido impuestos en sucesivas olas neo liberales a partir de los 70.
Juan Ramírez Ruiz en su primer libro Un par de vueltas por la realidad publica a manera de colofón el documento “Poesía integral (notas acerca de una hipótesis de trabajo) Primeros apuntes sobre la Estética del Movimiento HORA ZERO”, donde formula la poética del "poema integral".[4] En este artículo se va a estudiar este manifiesto con el propósito de ver la coherencia entre los planteamientos de su poética integral y los poemas que contiene el libro.
La poética del poema integral es de marcado corte realista. Asume previamente el axioma de que la poesía tiene poder de cambio. "El poder de la poesía y el arte como forma y factor de conciencia social, es energía suficientemente capaz de hacer avanzar o hacer retroceder una sociedad en su proceso de evolución". Por ese motivo, Juan Ramírez Ruiz en su poética voluntarista propone la escritura de una poesía que integre, totalice y registre todos los elementos que afectan la vasta y compleja experiencia humana contemporánea que no puede ser registrada por la poesía estrictamente lírica. En esta escritura todos los objetos, los sucesos, los hechos históricos del mundo y de la individualidad merecen ser expresados en el poema. Y más aún a los hechos trivializados por la repetición es necesario darles proyección y lugar como hechos humanos trascendentes. En palabras de Juan Ramírez Ruiz "materia de un poema integral es la realidad acontecida y acontecente; y que adviene en sucesos como expresión de los enfrentamientos de las clases en pugna"(p.110). Más adelante, en la misma página, añade "Que el uso directo del tiempo, del espacio, de gente, de hechos que se protagonizan o no y también recuerdos, anhelos, sensaciones, necesidades y situaciones de todo nivel son sólo elementos de la materia de un poema integral".
Junto al énfasis que Juan Ramírez Ruiz pone en su concepción historicista y social de la poesía, también es materia de reflexión la estructura formal y la sintáxis del texto artístico. Para él: "Todo poema en sí es una obra que vale por si mismo. En cada poema es necesaria una forma diferente de decir las cosas. La poesía integral hará aparecer la vida como es y como debe ser". Es decir, hay que comenzar abriendo el poema y consignar la Realidad vital. Todo poema integral intentará postular el ritmo y el sentido del nuevo estilo de vida. De esta manera el Arte actuará como potencialidad transformadora, el poema integral se ubicará dentro del contexto socio-histórico eliminando el divorcio entre tiempo que se vive y problemática que se expresa (...) intentando ser motivación para un cambio cualitativo.
Premunido con su estética social y voluntarista se lanza a escribir Un par de vueltas por la realidad, presentándose una gran coherencia entre poética y escritura[5]. En su libro se formaliza poéticamente el universo ideológico cultural del emergente sector social de clases medias que el proceso sociopolítico del Velascato (1968-1974) había generado. Por este motivo, en este poemario a partir de la omnipresencia de un yo-poético que articula todo el libro se incorporan nuevas experiencias vitales, nuevos personajes, nuevos espacios y formaciones discursivas dominadas de los años setenta. En pocas palabras, en el espacio poético del libro se revela una nueva realidad social y cultural que había emergido en estos años.
En esta tarea de incorporación de la nueva realidad a lo largo de todo el libro y sobretodo en la primera parte titulada "Vía férrea" se configura en distintos planos la identidad del yo poético. En esta configuración personal mediante la palabra es fundamental la asunción de su personalidad póetica, su situación de migrante de origen provinciano y su pertenencia a un emergente y dinámico sector social medio que tenía su “belle epoque” durante el gobierno de Velasco Alvarado.
El yo-poético en distintos pasajes del libro se preocupa en destacar su calidad de joven poeta que vive "vomitando belleza por la boca sucia/ sudando poesía y respirando poesía y viviendo poesía"(37). La personalidad poética asumida va asociada a una sensibilidad que le permite comprender la diversidad de la realidad que percibe. Además el yo-poético considera que esta sensibilidad no debe permanecer en la mera percepción sino siente que, en la típica figura del escritor que tiene un deber cívico con su sociedad, ésta debe ser transmitida a sus semejantes. (En el poema número 1 dice: "soy un aullante canto ambulatorio,/ mi cuerpo está lleno de poemas y salgo a la calle a repartirme como obsequio", p.31). Sin embargo, el hecho de asumir una figura de poeta hace que se generen contradicciones entre el yo-poético y el sector social al cual pertenece y con el que se encuentra identificado.
Es en el plano personal donde aflora la contradicción más notoria. En el poema "El único amor posible entre una estudiante en la academia de decoración y artesanía y un poeta latinoamericano" el yo poético contrasta las diferencias de consumo cultural que se dan entre un poeta y una estudiante de academia provinciana. Mientras la estudiante está totalmente absorbida por la cultura de masas, el poeta consume una cultura de elite: lee libros, ve cine europeo y escucha música exclusiva (rock y música clásica). El consumo de bienes culturales distintos produce la incomunicación. Frente a esta situación la relación no prospera a pesar de la existencia de deseo. Entre los amantes se interponen muchas más diferencias e intereses que los lleva a la separación. La concepción tradicional de poeta en base a la asunción de una cultura elitista letrada y hegemónica y su sensibilidad de poeta que, según él, le permite una visión más profunda de la realidad hace que se construya un muro infranqueable con aquellos individuos que por adscripción de clase en primer término interactúa.
De otra parte en la economía de sentido del texto, también es remarcada la situación de migrante de origen provinciano del yo poético. En el texto se testimonia la experiencia vital, la cotidianidad del joven provinciano que sienta sus reales en el gran centro de migración que es Lima y frente al cual tiene sentimientos ambivalentes. Por un lado, siente una sensación de deslumbramiento frente a la modernización de la urbe, pero por otro tiene un sentimiento de ajenidad a un mundo en el cual no se ha integrado del todo.
El yo poético en primer lugar está deslumbrado por los estímulos culturales que le proporciona la ciudad. En el espacio de la gran ciudad él puede tener acceso a los últimos productos de la cultura universal. Como poeta cree que es necesario el consumo de esta cultura para conseguir una mayor "lucidez". En segundo lugar se encuentra ls observación del vertiginoso movimiento de la ciudad donde ocurren hechos que lo sumen en la desolación. Por ello se encuentran poemas donde se trata de hacer una crónica urbana desde una perspectiva crítica en la que se denuncia situaciones de injusticia y marginación.
En los poemas que están titulados con nombres de personas se narran hechos cotidianos de la gran ciudad. En el poema "Manuel Castillo" se relata el hecho de un individuo que ya lleva desaparecido cuatro días. En "Teresa" se aborda la temática de una mujer de treintiocho años que está dispuesta a todo por su ansiedad sexual. En "Juana Cabrera" se relata la situación de una inquilina que ha sido desalojada y no tiene más remedio que dormir en la calle. Por último en "Ellos quieren saber quién es el hombre" se narra el hallazgo de restos humanos sin identificación alguna en un barrio limeño.
Al lado del sentimiento de deslumbramiento frente a la gran metrópoli limeña se presenta el desasosiego, el sentimiento de ajenidad a un universo que el yo-poético no siente propio. Y se registra un sentimiento de frustración al no haber podido apropiarse del espacio urbano ("He tardado usando semanas enteras en parques,/ cines, lechos o avenidas. O avenidas dentro de una ciudad que creía mía", p.70). También, la frustración va asociada a un sentimiento de soledad en una ciudad en la cual es difícil llevar una vida comunitaria ("demencia y soledad vale esta civilización", p. 47, "y he permanecido en la capital del Perú sin justificación/ y sin vecinos", p. 71). En esta situación disfórica la vida en la ciudad se convierte en una tediosa rutina. No queda otra salida que volver a los orígenes, es decir a la provincia, ya sea mediante la nostalgia de un mundo que se contrasta con la metrópoli o la realización de un viaje que posibilita el alejamiento transitorio de la fuente de experiencias disfóricas. El yo poético se desplaza por tierra en un ómnibus y registra las sensaciones auditivas y visuales que provoca el viaje. El interior del ómnibus provincial y las paradas que hace en el viaje a su origen le sirve para incorporar pequeñas ciudades de provincia como Talara, Monsefú y el Puerto de Supe. Sin embargo, la rutina provinciana produce desasosiego, hartazgo y aburrimiento.
De otra parte, el yo poético está caracterizado en su dimensión social. No es el migrante de origen señorial provinciano de antaño, sino es un migrante que se encuentra en esa franja intermedia de clase media y sector popular. Su origen social determina su ocupación de empleado en una tienda, su permanencia en el barrio popular de Surquillo y el diseño de una red de relaciones sociales con personas de igual condición social y económica. Es así como incorpora un conjunto de pequeños espacios inéditos por los cuales se desplaza e incluye un conjunto de personajes que por distintos motivos están relacionados con la voz poética. Así aparecen en el texto mercados, lugares marginales y personajes que vienen a integrar los sectores medios y populares. Los personajes tienen sus propias experiencias, sentimientos e historias. El poeta en su exploración de lo ordinario registra los detalles más ínfimos. Este registro pormenorizadomes realizado porque responde a una de las exigencias básicas de la poética del poema integral. En él se exige como tarea del poeta "la revelación de lo 'esencial cotidiano' y de lo efímero que es fundamental para la edificación del nuevo edificio verbal" (p. 112). En el enfoque literario de estos detalles se pretende hacernos conocer la intrahistoria de un momento importante de la historia peruana. Es decir la vida habitual de los sectores sociales medios y populares que alcanzaron protagonismo en la Lima de los 70 gracias a las políticas de estado del gobierno de Velasco Alvarado[6]. En otros términos, es en los años setenta donde se produce el gran desborde popular que cambia para siempre la fisonomía del país. Asimismo, en este acercamiento de lo cotidiano popular se incorporan expresiones del castellano coloquial y formaciones discursivas dominadas como recursos expresivos. Según Ramírez Ruiz en la poética del poema integral: "El nuevo lenguaje será sencillo, directo, duro y sano. Hallará sus palabras en el habla popular, en el argot, en los giros populares" (p.112). Más aún la oralidad y el empleo de la norma urbana coloquial modulan la producción misma del poemario. En este casi obsesivo tratamiento de la cotidianidad encontraríamos una búsqueda de afirmación personal de un poeta migrante provinciano que quiere apropiarse del lado marginal del nuevo espacio pero que no siente propio.
Si tomamos como alter-ego de Juan Ramírez Ruiz al yo-poético de Un par de vueltas por la realidad, su trayectoria vital narrada en el libro nos ayudaría a comprender a la generación poética del 70. Así la configuración de la identidad del yo-poético en los tres niveles señalados tendría correspondencia con las personalidades de varios poetas del 70. La asunción de una cultura letrada hegemónica que provoca conflictos personales en la vida del poeta nos estaría indicando una estrategia de legitimación de los sectores medios a tráves del aprendizaje de la cultura de elite que se basaba en la escritura alfabética.
En los años setenta el proceso reformista iniciado por el General Juan Velasco Alvarado crea las condiciones básicas para la consolidación de nuevos sectores sociales.[7] A trazos gruesos los sectores medios relativamente vivieron un periodo de tranquilidad social y prosperidad económica. Esta situación es la que precisamente influyó para la aparición de un libro con las características del de Juan Ramírez Ruiz. Otra vez en el campo literario peruano se presenta una emergencia generalizada de sectores medios que traen consigo un nuevo background social y cultural. Al igual que los indigenistas de los 20 y la generación del 80 como el grupo Kloaka, los nuevos escritores buscan asentarse en el campo literario. Para lograrlo buscan su legitimación buscando la representatividad de un sector social mayoritario. Esta nueva promoción de poetas escogió a un sector urbano mayoritario urbano constituyéndose en seguidores y canceladores de la narrativa del 50, por ejemplo. A mediados del siglo XX la distribución poblacional peruana empieza a cambiar. La mayoría de la población era urbana, Lima tenía un crecimiento vertiginoso por las oleadas de migrantes que invadían Lima seducidas por el relativo crecimiento económico. La presencia de la provincia otra vez era notoria y adquiría características particulares. La mayoría de los provincianos ocupaban barrios populares, se encontraban afectados por una cultura de masas que modulaba un imaginario popular muy particular con otros símbolos y otros mitos que se distanciaba de un imaginario rural.
A manera de conclusión, tanto la poética del problema integral como los poemas de Un par de vueltas por la realidad manifiestan la emergencia de nuevos sectores sociales que se ajustan a un nuevo tipo de vida. Sin embargo, estos sectores no se consolidan, desperdiciandose oportunidades historicas, sino se quedan en una mera potencialidad convirtiéndose en una promesa. Desafortunadamente la historia del Perú es una acumulación de promesas incumplidas y oportunidades perdidas. Es decir, la mayoría de artistas e intelectuales de origen provinciano nunca se convierten en clase media sino se incorporan a los sectores marginales que desafían cualquier definición sociológica. De tal modo, que en la historia de la literatura peruana y latinoamericana encontraremos una sucesión de momentos de emergencia de nuevos sectores sociales que plantean novedosas propuestas de cambio que se quedan en el olvido.
Notas
[1] Los poemas de Juan Ramírez Ruiz aparecen antologados en: Alberto Escobar. Antología de la poesía peruana, Lima: Peisa, 1973, Tomo II; César Toro Montalvo. Antología de la poesía peruana del siglo XX. Años 60/70, Lima: Ediciones Mabú, 1978; Ricardo González Vigil. De Vallejo a nuestros días, Lima: Ediciones EDUBANCO, Tomo III, 1984; Gustavo Armijos. Antología de la poesía peruana los años 70, Lima: Colegio de Periodistas del Perú, 1985; Ricardo Falla y Sonia Luz Carrillo. Curso de realidad proceso poético 1945-1980, Lima: Ediciones Poesía 1988, 2 vol.
[1] Los poemas de Juan Ramírez Ruiz aparecen antologados en: Alberto Escobar. Antología de la poesía peruana, Lima: Peisa, 1973, Tomo II; César Toro Montalvo. Antología de la poesía peruana del siglo XX. Años 60/70, Lima: Ediciones Mabú, 1978; Ricardo González Vigil. De Vallejo a nuestros días, Lima: Ediciones EDUBANCO, Tomo III, 1984; Gustavo Armijos. Antología de la poesía peruana los años 70, Lima: Colegio de Periodistas del Perú, 1985; Ricardo Falla y Sonia Luz Carrillo. Curso de realidad proceso poético 1945-1980, Lima: Ediciones Poesía 1988, 2 vol.
[2]Desde este punto de vista el coloquialismo, tan característico de la poesía del 70 ya se encuentra en Vallejo. Ver: Literatura y sociedad en el Perú, Lima: Huesohúmero, 1981.
[3] Entre los muchos comentarios que el autor de esta nota escuchó en Lima durante los meses de agosto y setiembre de 1990, a Juan Ramírez Ruiz se le pone el nombre de "Juan Perú".
[4]Un par de vueltas por la realidad es un libro heterogéneo en el sentido que dentro de él están incluidos como prólogo dos manifiestos del grupo Hora Zero: "El Punto sobre la I" y "Palabras urgentes". Luego tiene cuatro partes autónomas, con su propia coherencia interna que nos llevaría a pensar en la existencia de cuatro poemarios. Y se cierra el libro con dos documentos: "Poder de la Joven Poesía" y "Poesía integral".
[5]Como colofón del libro Un par de vueltas por la realidad aparece el documento: Poesía integral (Notas acerca de una hipótesis de trabajo). Primeros apuntes sobre la Estética del Movimiento HORA ZERO.
[6]Cotidianidad que por cierto se distingue de las otras cotidianidades. En este sentido Alberto Escobar es el primero que se da cuenta de este problema en particular.
[7] Mirko Lauer El sitio de la literatura, Lima: Mosca Azul Editores, 1988. Alberto Escobar y Ricardo Falla y Sonia Luz Carrillo también aluden a esta conexión.
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Nota aclaratoria: Esta es una primera versión de "Notas sobre la poética del poema integral y Un par de vueltas de la realidad de Juan Ramírez Ruiz" que fue publicado en Intermezzo tropical 4. Tribu/laciones del sujeto des/centrado latinoamericano (2006), número monográfico dedicado al tema: ¿Ya fuimos? Perú: los febriles 70; pp. 47-52. La incluyo en este blog porque considero que Un par de vueltas por la realidad es una primera autorrepresentación de la vida de la clase media baja y popular provinciana en Lima.
3 comments:
Saludo la presentación de la poesía de Juan, querido y recordado amigo y a quien cito de manera reiterada en el artículo "La ciudad poetizada. Poesía urbana de los años 70' "
publicado en Socialismo y Participación N° 100, enero del 2006 y que republiqué el 27 de diciembre del mismo año en:
http://hablasonialuz.wordpress.com/tag/articulos-sobre-literatura/
Invito a los lectores de esta página a una visita a la obra de Juan y otros compañeros generacionales.
Que bueno que se este revalorando la poetica del poema integral y la poesia de Juan Ramirez. Lo importante es que la iniciativa viene de los poetas nacidos a partir de los setenta (Intermezzo tropical 4 2006). Muchos de ellos no habian nacido cuando Ramirez Ruiz publico la poetica del poema integral y Un par de vuestas por la realidad.
Juan Ramírez Ruiz merece ser rescatado, revalorado, puesto en vigencia. Es el co-fundador de Hora Zero, como movimiento poético contestatario y parrcida, y creador del Hora Zero como propuesta, en la practica, de una nueva poesía: la llamada poesía integral que el dio a conocer en un ensayo de 1971. Más de uno trata de negarlo, de ningunearlo. Pero, estoy seguro, JRR sobrevivirá y permanecerá.
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