Góngora & Argot: Ensayos sobre la poesía de Róger
Santiváñez (Lima: Perro de Ambiente Editor, 2015) es un
volumen compilado por el poeta Paul Guillén con ilustraciones de Ale Wendorff. El
título y la tapa resumen la última fase artística de Róger Santiváñez Vivanco
(Piura 1956). En ella, su propuesta poética ha vuelto a
poner mayor atención a la musicalidad de las palabras y a una escritura
hermética a la manera del poeta español barroco Luis de Góngora y Argote (1561–1627). La flor de la portada es una alusión al contenido
del soneto “A una rosa” del poeta culterano. Esta
experimentación poética ha sido nombrada escritura neobarroca por la crítica
literaria, o poesía de lenguaje como prefiere Santiváñez llamarla. Respecto al
argot, el poeta piurano utilizó la jerga e imaginario de vendedores y
consumidores del submundo de la droga limeña en su poemario Symbol (1991). Además ha incursionado en la creación de
libros objeto con Sylva (2014) y Newport (2015).
En las 299 páginas del libro, Paul Guillén tuvo la habilidad de
recopilar 24 artículos y reseñas publicados en el Perú y en el extranjero sobre
la poesía de Róger Santiváñez en relación a la generación de los ochenta. Salta a
la vista su conexión con el Movimiento Kloaka (1982-1984) del cual fue
fundador. Las contribuciones han sido ordenadas en tres secciones: I. “Symbol”
(S. Goldman, G. Labrador, L.F. Chueca); II. “De Eucaristía a New Port”
(J.I. López Soria, J.
Polanco, M. Montalbetti, M. Lauer, J.I. Padilla, V. Guerrero, B. Hernández, M.
Alegría, A. Ochoa, P. Guillén) y III. “Estudios panorámicos” (V. Vich, U.J. Zevallos Aguilar, L.F.
Chueca, P. de Lima, V. Guerrero, C. Gómez, A.J. Shellhorse, G. Di Laura, E.
Chirinos, S. Burneo). Así el lector interesado en la práctica poética de Santiváñez puede
enterarse sobre su propuesta artística y los contextos históricos y socioculturales
en los que se ubican. Se puede distinguir una trayectoria que va del
coloquialismo al neobarroco y el paso y registro de su escritura por distintas
etapas del vendaval neoliberal que desafortunadamente no termina.
Paul Guillén se ha constituido en el San Martín de Porres del siglo XXI
en su compilación. Sorprende que en ella se encuentren artículos de mandamases
de la institución literaria limeña, críticos literarios académicos peruanos y
extranjeros y comentaristas de periódicos y revistas de por lo menos tres
generaciones y variadas perspectivas críticas y teóricas. A pesar de sus
diferencias, todos ellos coinciden en su fascinación por la poesía del vate de
Piura y lo convierten en uno de los escritores más representativos de la
llamada generación de los 80. ¿A qué se debe la existencia de este consenso
sobre la obra poética de un bardo peruano? Se puede decir que reconocen su
calidad artística y su compromiso con la literatura.
En el libro se privilegia el estudio de sus últimos poemarios que
fueron escritos a partir de los años noventa. Symbol es considerado un
quiebre de aguas de la ya voluminosa obra literaria de Santiváñez. Muchos
críticos pronostican que vendría a ser el segundo Trilce del siglo XX.
Por esa razón, si no concibe un mejor libro en lo que le resta de vida, Symbol
será su legado literario para los lectores del futuro. En este sentido, coincido
con Guillén en señalar que Symbol es un punto de llegada y partida a la
vez. En Symbol se recupera el coloquialismo de los sectores lumpen como
pocos poetas lo han hecho. Realiza
juegos lingüísticos inéditos con diferentes registros del castellano, el
quechua y recupera el lenguaje poético del pueblo. Sin embargo, ubicarse en
este punto de quiebre tuvo un costo personal. El poeta realizó un descenso al
infierno de los años ochenta en su compromiso radical con la poesía que casi le
cuesta la vida. Desarrolló una adicción a la pasta básica de cocaína de la cuál
él mismo se curó en su tierra natal. Si bien se restableció físicamente, no
pudo sanar las heridas emocionales que causó su extrañamiento de la sociedad
limeña. Como solución tuvo que emigrar a los Estados Unidos en el año 2001 para
retomar su carrera académica en Temple University, Filadelfia. En este país obtuvo
un doctorado en literatura latinoamericana, desempeña la docencia universitaria,
se casó y consolida su fase neobarroca, en la que todavía se encuentra.
Ojalá que la publicación de Góngora y Argot no se constituya en
un homenaje anticipado a Róger Santivánez Vivanco. Él está todavía
recuperándose de una intervención quirúrgica al corazón que tuvo lugar este
año. El 2016 ha sido terrible para la literatura peruana. Los mejores escritores
de las generaciones del 50 y 60 han fallecido.
Coda: Recién
pude escribir sobre Góngora y Argot
después de casi un año de su publicación. El primer ejemplar que me enviaron se
perdió en el cada vez más deficiente correo norteamericano. Vale mencionar que
su ineficiencia ha sido creada a propósito para acelerar su privatización a
precio huevo. Los neoliberales norteamericanos insisten que en manos privadas este
servicio será mucho mejor.
En: Diario
Exitosa, Sección cultural “Quién ha encendido fósforo”,
Lima, domingo 1ero de enero del 2017.
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