¿Qué es la transculturación? ¿Significa lo mismo transculturación e interculturalidad?
La transculturación e interculturalidad son conceptos que pertenecen a teorías que explican la dinámica cultural. Hay la tendencia en considerarlos sinónimos. Pero, se distinguen en varios aspectos.
La teoría de la transculturación explica la situación en la cual dos culturas que establecen contacto se influyen mutuamente y sobreviven como tales. Fernando Ortiz, el etnólogo cubano, creó este término para superar la teoría de la aculturación que enfatizaba el cambio radical y pasivo de una cultura y pronosticaba su desaparición. La teoría de la hibridez ha sido considerada una continuación de la teoría de la transculturación.
Los críticos de la teoría de la transculturación señalan que sus teóricos enfatizan la descripción y evitan dar cuenta de las situaciones de violencia y conflicto cuando ocurren estas influencias mutuas. Así olvidan el análisis de las asimetrías culturales, económicas y sociales en las que se insertan los procesos transculturales. A los teóricos de la transculturación se les ha acusado de que, en el fondo, siguen promoviendo el “mestizaje feliz” y la modernización de las culturas subordinadas. Además está teoría describe lo obvio. Todas las culturas se transforman e influyen mientras no haya genocidio. Una cultura desaparece solo en caso de genocidio (muerte de todos los miembros de esa cultura).
La teoría de la interculturaridad asimila el concepto de transculturación. Rescata la idea de la influencia bidireccional, pero el término está ligado más a la reflexión e implementación de políticas de Estado. Es decir recuerda la responsabilidad del Estado de promover la interrelación de una cultura hegemónica y otra(s) subalternas de sus ciudadanos que conviven en su territorio. Asimismo debe promover sus desarrollos en igualdad de condiciones. Con este propósito el Estado tiene que diseñar programas educativos cuyos objetivos son aprender el respeto por la diferencia cultural y elevar la autoestima de los individuos que pertenecen a culturas subordinadas. También es responsabilidad del Estado implementar políticas que fomenten las prácticas culturales de sus ciudadanos subalternos. Para ello exige que se organicen y sus representantes directos participen activamente en el diseño de estos programas para evitar intermediaciones ajenas.
El transculturalismo e interculturalismo que se usan como sinónimos de las teorías de transculturación e interculturalidad,
en realidad, se refieren a procesos culturales que ocurren en la
realidad.
En el caso de Mesoamérica (Sur de México, Guatemala) y los Andes Centrales (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú) si el Estado quiere promover realmente la interculturalidad los hispanohablantes deberían aprender obligatoriamente el Nahuatl o Quechua y otras lenguas. Así entenderán y respetarán a sus conciudadanos indígenas. Del mismo modo, los hablantes de lenguas indígenas deberían aprender el castellano estandar (hablado y escrito) y fortalecer su autoestima en el sistema de educación pública.
Desafortunadamente no se cumplen los objetivos de toda política intercultural. Salvo algunos programas piloto, los hispanohablantes no aprenden lenguas indígenas por prejuicio o porque el sistema educativo no les ofrece condiciones apropiadas para su aprendizaje. De otra parte, los hablantes de lenguas indígenas frente al rechazo de su persona, su lengua y su cultura desarrollan vergüenza lingüística y baja autoestima. No aprenden a hablar y escribir bien en castellano por las pésimas condiciones en las que encuentra el sistema de educación público. Del mismo modo, la mayoría de los programas interculturales son impuestos desde las altas esferas del poder sin consultar a los pueblos amerindios. Dichos programas son administrados por burócratas del Estado y ONGs en la mayoría de los casos. Esta situación crea rechazo de indígenas a los programas interculturales que han sido creados, supuestamente en su beneficio.
Thursday, October 29, 2009
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